sábado, 14 de septiembre de 2013

El Diablo es pobre


Raramuris (Tarahumaras)
En las ciudades de nuestro tiempo, inmensas cárceles que encierran a los prisioneros del miedo, las fortalezas dicen ser casas y las armaduras simulan ser trajes.
Estado de sitio. No se distraiga, no baje la guardia, no se confíe. Los amos del mundo dan la voz de alarma. Ellos, que impunemente violan la naturaleza, secuestran países, roban salarios y asesinan gentíos, nos advierten: cuidado. Los peligrosos acechan, agazapados en los suburbios miserables, mordiendo envidias, tragando rencores.
Los pobres: los pelagatos, los muertos de las guerras, los presos de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables. El hambre, que mata callando, mata a los callados. Los expertos, los pobrólogos, hablan por ellos. Nos cuentan en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen. Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres. ¿Será porque su hambre nos alimenta y su desnudez nos viste?

Fragmento del Libro Espejos de Eduardo Galeano...





miércoles, 10 de julio de 2013

Relatos del Viejo Antonio, "el dolor, sí se duele juntos, es alivio"


el dolor, sí se duele juntos, es alivio

En carta a Cristina y Carlos Payan, julio de 1997


...Decía el viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan que muchos llaman mañana se cocine.
Uno de ellos es el dolor, agrega ahora el viejo Antonio, mientras acomoda el tercio de leña junto al fogón.
Salimos a la tarde, abrillantada después de una de esas lluvias con las que julio pinta de verde a la tierra, y la doña Juanita se queda preparando el pan de maíz y azúcar que acá llaman "marquesote" y que, a la hora de servirlo, tendrá la forma de la lata de sardinas que le sirvió de molde.
No sé desde cuándo son pareja el viejo Antonio y la doña Juanita, y nunca se los pregunté. Hoy, en esta tarde de la selva, el viejo Antonio habla del dolor como ingrediente de la esperanza y la doña Juanita le cocina un pan como argumento.
Tiene noches que una enfermedad aqueja el sueño de la doña Juanita, y el desvelo del viejo Antonio la alivia con historias y juegos. Esta madrugada el viejo Antonio le ha montado un grandioso espectáculo: jugando con sus manos y la luz que viene del fogón, le dibuja con sombras una multitud de animales de la selva. La doña Juanita ríe del noctámbulo tepescuintle, del inquieto venado cola blanca, del ronco saragüayo, del vanidoso faisán y de la escandalosa cójola que pintan, sobre el lienzo de las paredes de su champa, las manos y la garganta del viejo Antonio.
--No me curé, pero mucho reí--me cuenta la doña Juanita--, no sabía que también las sombras son alegres.
Esta tarde la doña Juanita le cocina un "marquesote" al viejo Antonio, no para agradecerle la inútil medicina de la noche de las sombras alegres. Tampoco para él y su contento...
Es para dejar testimonio de que el dolor, si se duele juntos, es alivio y sombra que se alegra. Para eso cocina la doña Juanita el pan que sus manos y la leña del viejo Antonio nacen dentro de una vieja lata de sardinas.
Y, para que no se perdiera nunca, con café caliente nos comimos el testimonio del dolor conjunto de la doña Juanita y el viejo Antonio, ese dolor que se hizo alivio y pan compartido...
Esto que les contamos pasó hace muchos años, es decir, hoy.



Cap. XXV, Relatos del Viejo Antonio, Textos del Subcomandante Insurgente Marcos


martes, 2 de abril de 2013

Sobre Tlatelolco



"Después de bien mirado y considerado todo lo que habíamos visto, tornamos a
ver la gran plaza y la multitud de gente que en ella había, unos comprando y
otros vendiendo, que solamente el rumor y zumbido de las voces y palabras que allí sonaba más que de una lengua. Entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, en Constantinopla y en toda Italia
y Roma, y dijeron que plaza tan bien comparada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no ha habían visto."
entre 1519-1521
Bernal Diaz del Castillo

martes, 5 de marzo de 2013

El Viejo Antonio

En las noches más obscuras, vienen aquí a encontrarse los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros. Y hablan su palabra aquí los dioses primeros y cuentan maravillas y bajezas, y cuentan sus alegrías y sus penas. Porque los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros, tienen sus lágrimas y sus risas, y a veces se desesperan de ya no encontrar el modo para hablarles a los hombres y mujeres y dicen que dicen que todavía tienen muchas cosas qué decir. Y se caminan la noche para buscarlo al Viejo Antonio y le hablan al oído la palabra verdadera y el Viejo Antonio, muerto y todo, como quiera se lía un cigarrillo de tabaco y doblador, y se pone a fumar y en las nubes de tabaco escribe las historias que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros, le dictan para que busque el modo que las conozcan los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos. Y yo digo que por eso fuma tanto el Viejo Antonio, fuma para que no se le olvidan las historias que le dicen los dioses y también se camina la noche el Viejo Antonio y en ella me busca para platicar o nomás para que le preste un fósforo para encender un cigarrillo. Y anoche me encontró y le encendí el fósforo y la llamita le iluminó el rostro cuando se acercó a encender el cigarro y yo le vi los ojos y me vi dentro de sus ojos y en ellos yo no estaba solo, estaba yo sentado con el Viejo Antonio.

....Subcomandante Marcos....